20.5.12

una de vampiros


Sangre importada de Suecia.


Let the right one in (2008), que a su vez proviene del sueco Låt den rätte komma in, da nombre a la tercera producción cinematográfica de Tomas Alfredson. El filme supera en calidad y perspicacia la miseria estética de cintas de terror ya conocidas, de procedencia norteamericana, o que se ajustan a la narrativa de Hollywood, y se distingue por su manejo de las atmósferas –frías y tristes: la acción transcurre en un pequeño pueblo de Estocolmo–, las verosímiles actuaciones y una historia que actualiza el mito del vampiro hasta emparentarlo con cintas ajenas al género, como La pianiste, de Michel Haneke, y Hundstage (comercializada como Dog days), de Ulrich Seidl.

En lo visual, Let the right one in asombrará por su técnica depurada, el tono intimista, la inteligencia con la que fueron alternados los momentos duros y tiernos, el lazo afectivo de sus protagonistas (Oskar y Eli, una pareja de niños de 12 años interpretada por Kåre Hedebrant & Lina Leandersson) y la espeluznante metáfora que encierran sus situaciones. Lo terrorífico surge no del vampirismo como fenómeno sobrenatural sino de la decadencia de los adultos: gente fracasada, vieja, predecible; muerta en vida. Ese patetismo cotidiano se filma de modo poético y, sí, conmovedor.  

La tercera entrega de Alfredson es una historia de amor infantil pero también un breve tratado sobre la condición humana en la época actual, una estampa melancólica de paisajes nevados, y se basa en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, quien trabajó como guionista junto al director. 


La película, más cercana al drama existencialista que al trepidante mundo codificado de los vampiros estadounidenses, contiene escenas particularmente sublimes. No se desborda, no hace alardes falsos de romanticismo, no atrofia el corazón de sus personajes: conserva un tono lánguido, elíptico, minimalista. Sangre sí, efectismo no. El terror viene de la vida en general, de una carencia metafísica que se apodera de los temperamentos. John Ajvide Lindqvist crea personajes entrañables por su frustración existencial (Hakan, el hombre que cuida de Eli, asesina torpemente a los pueblerinos para proveerle sangre), su aparente dureza que oculta una fragilidad enternecedora (Eli, a fin de cuentas, es una niña ansiosa de amor), y por su calidad de outsiders incipientes (Oskar, el protagonista, es un inadaptado social taciturno que recorta los crímenes de la sección policíaca y sueña con vengarse de sus compañeros). La penúltima escena propone una lección moral de violencia refinada: Oskar, dentro de la piscina del colegio…

Let the right one in ganó, entre múltiples reconocimientos, el Méliès d'Or a la mejor película fantástica europea en el Festival de Sitges 2008. Entrevistado al respecto, se le preguntó al realizador si se podía hablar de una tradición sueca de cine de terror, a lo que respondió: “No existe tal tradición pero en Suecia hay una larga tradición de drama psicológico que es bastante útil en los filmes de horror. Yo mismo no he sido educado en los filmes de horror y no sé demasiado sobre ellos. Tampoco sé muy bien si ésta es la descripción que debemos usar ya que no era mi intención hacer una película de ningún género, ni una película de horror ni una comedia, para mí hacer cine es contar buenas historias.”

Como sea, bájenla ya por Internet, róbenla. Y no se pierdan la excelente banda sonora, a cargo de Johan Söderqvist. 



Tienes que invitarme a pasar.
  

  Let the right one in
Tomas Alfredson
Magnolia Pictures (US), 2008