16.6.12

Yo, Pierre Rivière...



Un caso de parricidio.  


En 1973, Gallimard publicó un dossier constituido por varios documentos en torno a un caso de parricidio ocurrido en la Francia del siglo XIX. Un grupo de investigadores del Collège de France encabezado por el filósofo Michel Foucault se interesó en la crónica de un campesino que asesinó a sangre fría a tres de sus familiares, llamado Pierre Revière.

Los estudiosos recuperaron la Memoria de Rivière y los demás documentos (informes, cartas, artículos periodísticos, interrogatorios al inculpado, la sentencia, las audiencias, los certificados médicos), con lo cual se recrea fielmente el contexto del asesinato. «Creo que si decidimos publicar estos documentos, todos los documentos, fue para determinar de algún modo (…) el hilo de esos discursos, como armas, como instrumentos de ataque y de defensa frente a unas relaciones de poder y de saber», señala Foucault. Pero hay una razón que se impone a las otras, que el filósofo hace notar: «Seamos sinceros. Quizá no ha sido esto lo que nos ha demorado más de un año sobre estos documentos, sino simplemente la belleza de la Memoria de Rivière. Todo surgió de nuestro estupor.» 

Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano… es un dossier que expone a través de diferentes textos los mecanismos de represión y el impacto que ejerce la autoridad sobre el individuo. El conocimiento, en este caso, es un arma empleada por el aparato legal y médico contra Riviére para calificarlo de alienado mental. El análisis de las opiniones sobre el parricida, que estaba en su sano juicio al cometer el crimen, es una buena manera de abordar el contenido del libro. El lector crítico inevitablemente comprenderá las razones de Rivière, y notará que la justicia puede convertirse en algo muy virulento bajo ciertas condiciones.

El 3 de junio de 1835, Pierre Rivière, de veinte años, luego de matar con una hoz a Anne Victoire Brion, Jules Rivière y Victorie Rivière (madre, hermanito y hermana, respectivamente), sale tranquilo hacia los bosques de Aunay. La madre tenía siete meses de embarazo. Enseguida, la policía ordena su captura. Un mes después, el 2 de julio, Rivière es detenido en el camino de Langannerie. El fiscal del rey de Vire lo describe como alguien «solitario, huraño y cruel [que] se refugiaba en su soledad y reía solo.»

La estrategia que usó en un principio el parricida fue la del mandato divino. Rivière había recibido cierta instrucción religiosa en el pasado y tomó del Deuteronomio y los Números el pasaje en el que Dios le ordena a Moisés degollar a los adoradores del becerro de oro. En la audiencia de Caen, el fiscal general señala que el acusado: «Siempre manifestó interés en aprovecharse de todas las ocasiones que se le ofrecieron de leer obras de todo tipo y su gusto por la lectura le llevó a consagrar noches enteras al estudio.»

Riviére escribe su Memoria en un lenguaje sencillísimo. Sus explicaciones son razonables, aunque adolece de un evidente delirio de grandeza juvenil. “Creía que sería un gran honor para mí tener ideas opuestas a las de todos mis jueces, pelearme con el mundo entero, me creía Bonaparte en 1815. Me decía asimismo: este hombre hizo morir a millares de personas para satisfacer vanos caprichos, luego no es justo que deje vivir a una mujer que impide la tranquilidad y la felicidad de mi padre. Pensé que había llegado la ocasión de subir, que con mi muerte me cubriría de gloria y que en los tiempos futuros mis ideas cuajarían y se harían apologías de mi persona.”

Al ser declarado alienado mental por decisión unánime, Rivière es condenado a muerte. La sentencia, gracias a la intervención del ministro de Justicia, es conmutada a la de cadena perpetua, pero Rivière se suicida cuatro años después. En síntesis, el caso evidencia los mecanismos de poder empleados por la autoridad para decidir quién está loco y quién no. Pierre Riviére fue para su época lo que hoy entra en la categoría de freak o marginado social, con el riesgo de ser satanizado a la menor provocación por apartarse de la norma.  



Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano…
Un caso de parricidio del siglo XIX presentado por Michel Foucault
Tusquets Editores, 2010