30.12.12

JORGE ESPINOSA TORRE: Silencio absoluto


 
 JORGE ESPINOSA TORRE: Silencio absoluto
 
[Mérida, Yucatán, 22.10.2010]

El pasado 11 de septiembre, el pintor mexicano Jorge Espinosa Torre presentó en Lisboa la muestra individual Saudade, en La Colorida Galería de Arte, una colección que se inspira en el sentimiento característicamente portugués de nostalgia y soledad. De regreso a Mérida, el artista sostuvo una charla con el Conejo Belga en torno al “mundo tremendamente dinámico, particular, mañoso, laberíntico y muy caprichoso de las capitales del arte”, abordando aspectos como la proyección internacional, las influencias pictóricas, el simbolismo en sus cuadros y las reglas del oficio. “A veces necesito silencio absoluto –confiesa. Me cuesta mucho trabajo pintar si hay alguien viéndome y generalmente evado esa situación”.

Jorge Ermilo Espinosa Torre (Mérida, Yucatán, 1983) es egresado de Artes Visuales por la Universidad de Guadalajara. Ha realizado estudios en diversos talleres además de trabajar con su abuelo, el Maestro Ermilo Torre Gamboa, reconocido artista yucateco. Ha participado en aproximadamente 30 exposiciones colectivas y 10 individuales, destacando Delirios y Obra Reciente en la Galería Hecaro (Cd. de México, 2008 y 2009, respectivamente), Murmullos en Babel en el Centro Cultural Olimpo (Mérida, 2008) y Visiones en Silencio en Casa Oswaldo Guayasamín (La Habana, 2007). Fue seleccionado para participar en la IV Bienal Nacional de Artes Visuales Yucatán 2009. Asimismo, ha impartido talleres tanto teóricos como prácticos, y colaborado con textos para medios impresos y digitales.


Christian Núñez (CN): Jorge, ¿cuándo empezaste con la pintura?
Jorge Espinosa Torre (JET): Como casi cualquier niño, el dibujo fue una de mis primeras formas de expresión. Durante la primaria, a pesar de ser bastante introvertido, el dibujo me hacía participar en concursos dentro del salón, destacar en alguna forma, llamar la atención. Desde muy pequeño me llamaban la atención las imágenes, cuando mi padre compró nuestra primera cámara de video y se atrevió a prestármela, me fui a parar ante cada cuadro que había en la casa de mi abuelo y mientras encuadraba la pintura, iba describiendo lo que veía o inventando una historia para los personajes.

Viví una adolescencia muy difícil por motivos que serán tema de otra conversación, pero en pocas palabras, casi todo lo que era el cimiento de mi infancia desapareció en un instante y mientras radicaba en otra ciudad, añorando esos tiempos pasados, ciertas personas se convirtieron en símbolos de una realidad mejor. Una de ellas fue una amiga muy especial a quien quise hacerle un regalo significativo y se me ocurrió que una pintura sería lo más íntimo y representativo de mí que podría darle; así fue que pinté el primer cuadro que comencé y terminé solo.

Por un tiempo regresé a Mérida y comencé a estudiar la pintura más en forma, con cursos intensivos con mi abuelo, el Mtro. Ermilo Torre Gamboa y también en el Centro Estatal de Bellas Artes; participé en mis primeras colectivas, gané algún concurso interprepas y fui metiéndome más de lleno en el mundo del arte. 

La preparatoria la terminé en Guadalajara y comencé a estudiar diseño gráfico, pero no me gustó; no soportaba tener que delimitar mis dibujos en una cuadrícula ni tener que respetar ninguna de las normas que ponían los maestros, las únicas materias que me interesaban eran las de creatividad, dibujo y pintura, así que decidí salirme y por fin ingresar a la carrera que yo en realidad deseaba, la licenciatura en artes visuales en la Universidad de Guadalajara.

Antes de entrar a la UdeG yo ya había presentado mi primera exposición individual, y durante la carrera se me dieron oportunidades de exponer en Mérida, siendo la primera individual una presentada en la biblioteca José Martí, justo después de ti. Después aparecieron más proyectos y por una u otra razón, al terminar la licenciatura regresé a Mérida y aquí sigo aún. He tenido el gusto de exponer en Guadalajara, Zacatecas, México DF, Oaxaca, Campeche, Mérida, La Habana y Lisboa. Y al regresar pude volver a compartir estudio con mi abuelo, lo cual ha sido una de las más valiosas experiencias que he tenido.

CN: ¿Quiénes son tus principales influencias?
JET: Por supuesto, mi abuelo Ermilo Torre Gamboa, porque la técnica la aprendí de él, asimismo ese gusto por el rostro y la mirada humana en el lienzo. Después, hay varios artistas que son referencias importantes para mí, pero yo diría que, en pintura, los principales serían Gottfried Helnwein, Arturo Rivera, Bouguereau, Chuck Close y alguno que otro más. Y de los no pintores, definitivamente están el fotógrafo Joel Peter Witkin, el escritor Jorge Luis Borges y músicos  como Joaquín Sabina, el grupo tapatío Radaid, Mussorgsky, Mozart y Silvestre Revueltas.

CN: ¿De qué trata Saudade, tu más reciente exposición?
JET: Saudade es una palabra que tiene que ver con el sentimiento de nostalgia y soledad, algo que se tuvo y ya no, pero tampoco es pura melancolía, porque deja abierta la esperanza de regresar a aquel tiempo mejor. Es una palabra que refleja mucho de lo que es Lisboa, y la encuentro también muy hermanada con La Habana, donde expuse hace algunos años. Definitivamente esa conjugación de sentimientos que la palabra evoca es lo que se encuentra en mis pinturas. Creo que es una de las palabras que podrían formar la descripción de Jorge Ermilo Espinosa Torre. La etapa de mi adolescencia, esa que fue fundamental en mi formación, podría ser representada con esa sola palabra. Quizá bautizar así a esta muestra es una forma de hacerla mía, como si mi inconsciente me estuviera tratando de recordar por dónde va el asunto. Sin embargo, Saudade no se limita a la exposición de Lisboa, es un eje en torno al cual seguiré girando en diversas ocasiones de mi vida.

CN: ¿Cuáles son las lecciones que te deja la experiencia lisboeta?
JET: Muchas y de muchos tipos. Definitivamente me ha quedado claro que, de no haber hecho este viaje, que además de Lisboa ha incluido París, Barcelona, Figueres, Madrid, Nueva York y Boston, no habría podido obtener de otra forma las herramientas que ahora estoy recolectando y que son las que me podrían llevar a seguir avanzando en mi carrera. Estoy casi convencido de que si no hubiera salido ahora, me hubiera comenzado a estancar muy pronto. No es sólo lo que puedes percibir, técnicamente hablando, al estar frente a verdaderas obras maestras de distintas épocas, sino lo mucho que se gana cuando uno se sumerge en un mundo tremendamente dinámico, particular, mañoso, laberíntico y muy caprichoso, hablando de las capitales del arte. En muchos aspectos, este viaje me ha enseñado más en un mes que toda mi licenciatura en artes en más de 4 años.

CN: ¿Cómo percibes el ambiente cultural europeo?
JET: Vivo. A diferencia del letargo al que a veces nos acostumbramos en Mérida y en muchas otras partes de México, el ambiente cultural de las ciudades que visité es altamente dinámico en todas sus facetas. En el comercio del arte, las galerías privadas tienen una vida activa muy veloz y llegan a convertirse en verdaderos escaparates de vanguardias que luego germinan en tendencias globales; hay enormes casas de subastas que mueven millones de euros en obras antiguas y recientes. Los artistas tienen a dos pasos de distancia las referencias más importantes, tanto en arte antiguo como moderno y contemporáneo. Los museos tienen colecciones permanentes y además constantemente traen exposiciones temporales que muchas veces llegan a ser tan ilustrativas o más que lo habitualmente presente. Si alguien hace algo interesante en la ciudad fulanita de tal, nadie se entera, pero si alguien hace eso mismo en París, puede causar críticas, preguntas, influenciar a alguien, provocar una contrapropuesta y quizá empezar a sonar hasta que una galería importante te busque para darte oportunidad de hacer algo más… Es un ambiente vivo.

CN: Desde tu punto de vista, ¿es Mérida una verdadera capital cultural?
JET: Depende del contexto. En medio del sureste mexicano y refiriéndose a las artes, sí. Hablando del país completo, ya no tanto. Se sostiene por su capital cultural indígena, pero más por el pasado que por el presente. Realmente, quizá sólo el DF pueda ser visto como una capital cultural en todo el país.

Mérida tiene una larga serie de maravillas culturales pero que se han presentado como más valiosas en el sentido arqueológico o antropológico que en el artístico. Tenemos, en nuestro pasado o presente, buenos pintores, grandes músicos, importantes poetas, bailarines, destacados arquitectos. Creo que poseemos lo necesario para comenzar a construir una capital cultural, pero falta mucho por hacer.  

Entre otras muchas cosas, necesitaríamos crear un circuito de museos, galerías y teatros que unan al Olimpo, al MACAY, al Peón Contreras, la Pinacoteca, el Museo de la Ciudad y las galerías que hay por la zona con un camino limpio y sin tráfico. Nuestro centro debería ser una zona peatonal, donde además se pudiera reunir la gente joven en las áreas verdes y tener interacción.

Necesitamos tener un festival anual de artes que no dependa al cien por ciento del gobierno en turno, ya que esto le quita continuidad y con ello credibilidad. Necesitamos explotar la riqueza cultural, de manera inteligente y sin dañarla, para protegerla. El museo de la cultura maya que se está por comenzar, en principio suena como una buena idea, esperemos que lo lleven de buena forma. Si formáramos un triángulo entre la costa de Quintana Roo, las zonas arqueológicas de Yucatán y la ciudad de Mérida, podríamos tener un destino turístico interesantísimo, con las playas del Caribe, las ruinas mayas y el arte (que hay que detonar) en Mérida.

También necesitamos sacar a los artistas un tiempo. Yo he palpado en mis recientes viajes que estas experiencias son indispensables para crecer. Si tenemos un artista emergente con proyección a futuro, hay que ayudarlo a formarse en los medios más exigentes, a cambiar su enfoque, a crecer sus horizontes. Tenemos que competir más en otros niveles. Está bien que se hagan concursos locales de vez en cuando, pero para crecer y quitarnos ese complejo de inferioridad, es importante que compitamos en concursos nacionales e internacionales de alto nivel. Con tiempo y dedicación y alguna cosa más, yo creo que Mérida podría ser la capital cultural que deseo que llegue a ser. Pero falta mucho y hay que seguir adelante.

CN: Háblanos de la relación creada entre Don Ermilo Torre Gamboa y tú.
JET: Somos grandes amigos y colegas. Nos ayudamos mucho mutuamente y disfrutamos de la compañía en el estudio. Para mí es un privilegio porque lo admiro enormemente no sólo como artista sino como persona. Siempre tiene algo que enseñarme: hace poco me dio, sin quererlo, una gran lección cuando hablábamos por teléfono mientras yo estaba en Nueva York y me pidió que le consiguiera postales o catálogos de los museos y galerías que presentaran las obras más novedosas que encontrara. Un artista con setentaytantos años de trayectoria, 86 años de edad y una carrera más que consolidada estaba deseoso de ver lo más reciente para disfrutarlo y aprender de ello. Es una lección que espero ser capaz de asimilar y recordar toda la vida.

CN: En tu caso, ¿cuáles son las reglas del oficio?
JET: Bueno, yo no tengo realmente un conjunto de reglas. Soy disciplinado y le dedico varias horas al día a la pintura, y generalmente cuando no estoy pintando estoy pensando en cómo hacer algo más. Sin embargo, no checo tarjeta y puede que un día decida pintar sólo 4 horas y otro me eche una jornada de 12. Me preocupo por los materiales, cuando se trata de pintura. Los óleos que utilizo son de los mejores del mercado, también los barnices y los medios. Trato de nunca criticar a mis colegas, y muy pocas veces hago caso de las críticas que me hagan. Trato de aprender de todos y de tener muy en claro que apenas voy comenzando y que siempre hay mucho por seguir creciendo. Algunas manías que tengo son que, por ejemplo, no puedo pintar si dispongo de poco tiempo para hacerlo, necesito saber que puedo trabajar sin interrupción por horas. Necesito música o un buen documental. A veces necesito silencio absoluto. Me cuesta mucho trabajo pintar si hay alguien viéndome y generalmente evado esa situación.

CN: ¿Por qué le otorgas a la figura femenina un lugar tan significativo?
JET: Porque me gusta la figura femenina. Y además de eso, porque en el símbolo de la mujer caben las características humanas que generalmente son plasmadas en mi pintura.


CN: ¿Qué tan difícil es para ti romper con moldes preestablecidos?
JET: Vaya… el primer paso es uno ya bastante difícil y es encontrarlos. ¿Cuáles son los moldes preestablecidos de hoy en día? En esta época la norma es la experimentación casi caótica. Sin embargo, para tratar de darle respuesta a tu pregunta, te diría que no me interesa plantearme la necesidad de romper algún molde externo, porque mi búsqueda es interna y trato de sumergirme y comprometerme tanto en ese laberinto introspectivo que, conforme vaya avanzando, la evolución de mi obra se va a dar de forma natural, sin fijarme si mientras paso de un molde a otro o no.  

CN: ¿Hacia dónde va la pintura del siglo XXI?
JET: La pintura va a seguir teniendo muchas caras. Los niños van a seguir dibujando y pintando. Se seguirán haciendo pinturas decorativas para adornar paredes, seguirán habiendo señoras ricas pintoras de domingo, seguirá coleccionándose el arte clásico, moderno y contemporáneo y seguirá habiendo artistas de vanguardia que encuentren en la pintura un maravilloso medio de expresión cuya propuesta pueda dar un giro a la concepción del arte. ¿La pintura está muerta? De ninguna manera. ¿Qué si imperará el arte abstracto o el figurativo? No lo sé, quizá dependa de que haya una tercera guerra mundial o no, o de la formación de algunos influyentes colectivos. ¿Que si está en competencia con la fotografía, el video, el bio arte, el software artístico o las más avanzadas propuestas creativas? Sí y no, hay espacio para todas y la pintura es innata y accesible, además la tendencia es lo interdisciplinario. Yo pienso que en el siglo XXI la pintura va a estar muy presente.

CN: ¿Qué tan clásico eres y qué tan contemporáneo?
JET: He sido muy serio como para decirme contemporáneo. Conocí el arte contemporáneo hace unas semanas en París y me ha causado gran impresión, así que, por favor, repíteme la pregunta en unos cuantos meses y veremos.

CN: Háblanos de tu proceso creativo, desde la concepción de una pieza hasta su exhibición final.
JET: Suerte, intuición, magia, influencia, sueño, aburrimiento, juego. ¿Cómo describir un proceso creativo? Las dos palabras casi se eliminan mutuamente. Eso que se suele enseñar en las escuelas de un conjunto de pasos ordenados para llegar a la concepción de una idea artística está muy bonito para el salón de clases, pero la realidad no es así, al menos en mi caso. Yo no tengo un proceso definido, casa obra tiene su proceso único y se suelen perder las cajas negras. Puedo decir que a veces una idea simplemente brota mientras voy caminando, pero hay mucho camino recorrido hasta antes de ese punto y muchas veces ese camino nada tiene que ver con el arte o la creatividad. Digamos que vivir es tu mejor (y único) proceso creativo.

CN: Se dice por ahí que te encierras en tu estudio y pierdes contacto con la vida mundana. ¿Es cierto?
JET: [Risas] Pues muchas veces quisiera que fuera cierto. En realidad soy todavía bastante introvertido y no soy muy afecto a estar en reuniones o interactuando con mucha gente y sí es cierto que puedo pasar muchas horas en el estudio inmerso en mi trabajo, de lo que no estoy seguro es de que ambas cosas estén relacionadas entre sí a forma de causa y efecto, o simplemente sean dos características independientes de mi personalidad que encajan perfectamente una con otra.

CN: A ver, ¿cuántas horas trabajas al día?
JET: Cerca de 10 horas, a veces un poco más y a veces un poco menos si se interpone algo que me interrumpa.

CN: ¿Y qué haces cuándo no estás pintando, ni viajando, ni planeando el próximo golpe?
JET: Durmiendo [risas]. Bueno, también ando tomando fotos, viendo películas, jugando Pro Evolution Soccer en el Play Station, viendo documentales, series cómicas o fútbol; con algún amigo o amiga, en alguna presentación de la OSY o leyendo algo, entre muchas otras cosas que todos hacemos.

CN: Y a todas estas, ¿se vive del arte?
JET: Una pintura de Helnwein cuesta en promedio unos 150 mil dólares. En Miami pregunté por un cuadro de Mark Ryden justo poco después de que lo vendieran en 750 mil dólares y me topé con un cuadro de Jeff Koons que andaba en 3 millones de dólares. ¿Que si hay artistas que andan en la ruina? Claro, como en cualquier otra profesión, pero de que se puede vivir del arte, pues también y, en ciertos casos, bastante bien.

CN: Pero si no pintaras, ¿qué harías?
JET: Si tuviera que cambiar de profesión, hay dos que me encantaría poder desarrollar: la música y la astronomía, en particular la astrofísica.

CN: ¿Cómo te vislumbras en los próximos 5 años?
JET: No tengo la más mínima idea. Sólo espero seguir creando.

CN: ¿Qué pintura te ha dejado sin palabras en la boca?
JET: Afortunadamente varias, sobre todo ahora que anduve de vagabundo por museos y galerías en varias ciudades. Algunas de Helnwein, una de Chuck Close, una de El Bosco, unas de Picasso, varias de Bougereau, algunas de Larracilla, de Rubens, de Da Vinci (en el caso de la Gioconda, no la pintura sino la reacción ante ella) y varias otras obras no pictóricas… aunque yo más bien diría que han puesto muchas palabras en mi boca.

  
 
 Silencio (2010) Óleo sobre tela, bíptico, parte superior 80 x 120 cm, parte inferior variable



 Peregrina (2010) Óleo sobre tela, 120 x 80 cm


 
 La Conquista (2010) Óleo sobre tela, bíptico, 120 x 100 cm c/u



 Sueño de Maniquí (2010) Óleo sobre tela, 120 x 100 cm 


 
Padre, me fui tan lejos como pude (2010) Óleo sobre madera, 122 x 170 cm 

  [Foto del autor: Dennise Brito I Fotos de las piezas: Cortesía Jorge Espinosa]


29.12.12

gabriel ramírez_ecléctico


Un encuentro velocísimo con Gabriel Ramírez en sus facetas de pintor y escritor.

[Mérida, Yucatán, 04.02.2011]

“El meridano le ha dado la espalda al interior del Estado. Y de igual manera, el yucateco le da la espalda a la capital”, fue uno de los primeros comentarios que Gabriel Ramírez hizo el día que lo entrevisté. Yo le había seguido la pista desde el 28 de noviembre de 2004, cuando leí un ensayito suyo sobre Samuel Beckett con el audaz título Sufro, luego puedo existir. Seis años después, en el mismo mes de noviembre, nos encontrábamos platicando en un café cercano al centro histórico de Mérida y ni siquiera le formulé las cinco preguntas que había preparado. Así que Ramírez habló un poco de todo. De su exposición más reciente inaugurada en octubre del 2010 [Ramírez 09-2010/MACAY], de lo que observa en el ambiente pictórico yucateco, de su afición por la literatura y de cierta nostalgia por una Mérida que ya no existe. Obviando las despedidas, regresé corriendo al museo donde trabajaba, porque me había fugado sin avisar, y Ramírez continuó su itinerario aquella mañana. En diciembre, sin razón aparente, renuncié al museo.

Gabriel Ramírez Aznar (Mérida, México, 1938) es cinéfilo, pintor, ilustrador, escritor y publicista. “Sin embargo—escribe Luis Carlos Emerich—aunque Ramírez ha demostrado tanto sus múltiples admiraciones culturales como sus capacidades analíticas de escritor, ha sido su obra pictórica la que ha revelado los rasgos más profundos de su personalidad.” Desde ese ángulo reconstruyo nuestra conversación. 

Eres un pintor que también escribe. ¿Por qué?
Son intereses múltiples que yo tengo. Nunca me he limitado a un solo  placer. Sin ninguna idea fija sobre lo que podría provocar en los demás. Cuando pinto y escribo no pienso nunca en el espectador, ni en el lector. Trabajo para mí en esencia. Nadie te tiene que venir a decir si está bien o mal, tienes que conocer tus límites, no creerte demasiado. Tomar en serio lo que haces, pero sin creértelo tú.

Si hicieras una radiografía de tus intereses, cómo sería.
De niño me interesaban los deportes. Antes de salir de Mérida tenía mucho interés por el béisbol. Me gustaba todo lo visual, vi mucho cine. Después, juntar filmografías. Al investigar sobre un pintor, enseguida descubres las ramificaciones. Siempre me interesó esta interrelación.

¿Cómo era el ambiente en la Ciudad de México cuando te fuiste de Mérida?
En los años 50’s, 60’s y 70’s, todo se concentraba en CDMX. Si tú lograbas entrar a uno de los círculos, te relacionabas con muchísima gente. Te hablaré de mi caso particular. Yo no fui a la Ciudad de México a hacer carrera de pintor, me fui básicamente a trabajar. Yo no era pintor de tiempo completo.




¿Cuándo empezaste a presentar tu obra en galerías?
En el ’65 expuse en la Galería Juan Martín. En esa época, las hermanas Pecanins siempre iban a las exposiciones y les gustaba mi pintura. Entonces por un incidente desagradable me fui a la Galería Arvil, y por otro incidente desagradable me fui a la Pecanins, en el ’72. Excepto dos veces que expuse en la Gabriela Orozco, todo México exponía con ellas. Las Pecanins no eran demasiado promotoras, a ellas les gustaban las pinturas, los pintores, y se enorgullecían de tener pintores que no vendían, como yo. Nunca he sido un pintor que vende.

¿Y la crítica qué te decía?
Al principio se interesó por mí. Luego caí en el olvido total. Yo nunca viví de la pintura, yo trabajaba en publicidad, tenía chamba y pintaba en las noches. Como Vicente Rojo, que trabajaba toda la semana y sólo pintaba los domingos. Excepto los ricos, como Fernando García Ponce, podían pintar todo lo que quisieran.

¿Y las obras se comercializaban?
Pues a fines de los 60’s los trabajos de Juan Soriano no se vendían. La gente con dinero, el amigo, son los que te compraban los cuadros. Francisco Toledo se la pasaba haciendo dibujitos que dejaba tirados. Toledo nos hablaba a mí y a Arnaldo Coen, y dibujaba; la mujer de Coen guardó los dibujos, que eran bastantes. Pero en esa época todo era más divertido.

¿Cuánto tiempo estuviste en CDMX?
Unos veinte años, del ’56 al ’75.

¿Y luego?
Estaba un poco harto de México, yo no quería estar allá. A mí me llevaron por problemas económicos y al día siguiente, ya tenía chamba. Y en ese entonces el DF era una ciudad muy provinciana, muy tranquila. Yo me iba a las 2 de la mañana del cine caminando. Toda esa ciudad se modificó con el Metro. Cuando el Metro abrió su estación en Insurgentes, desmadró la Zona Rosa. Antes de eso era un lugar cursi, pretencioso, como imitación de las grandes ciudades, pero se perdió.

¿Por qué regresaste a Mérida?
Me gusta Mérida. Yo fui un nostálgico de Mérida, de manera un poco imbécil, porque cada vez que venía la ciudad iba cambiando paulatinamente. Yo veía cómo Mérida estaba destrozándose con lo del agua potable: escarpas rotas, calles y edificios destruidos. Un proceso que duró como 20 años, en el periodo 60’s/80’s. Y eso que es el segundo lugar con el centro histórico más grande del país.

¿Cómo era el ambiente pictórico cuando regresaste?
Todavía en el ’77 no había nada en Mérida. Estaba muy muerto esto. Coincide con la llegada de Alberto Urzaiz, con Ralph Walter, entre otros. Como en el ’81 empieza un poco a disiparse la neblina del paisaje. Durante todo ese tiempo yo expuse en la Ciudad de México, en la galería de las Pecanins.




Coméntanos sobre tus colaboraciones en el suplemento Unicornio, del periódico POR ESTO!
En Unicornio, el proceso exigía mucha documentación. Me refiero a los datos con los que armas un artículo. Yo lo documentaba con una foto y dibujos. Para mí, lo fácil era meter cosas de cine; eso me ayudaba a la circulación de la sangre en el cerebro. Y desde el número uno jamás fallé, pero poco a poco me fueron excluyendo. Para el número de Agustín Lara no salió mi dibujo. Y ya para el de Saint-John Perse, decidí irme.

¿Qué autores te gustan?
Saul Bellow, Philip Roth, Gore Vidal, José Donoso, Jorge Ibargüengoitia. Cabrera Infante. Yo tenía planeado salirme dignamente del suplemento Unicornio el día que les mandara a los del POR ESTO! un artículo sobre él. Me gustan mucho las biografías, los escritores rusos, Turgueniev, Chéjov, Dostoievsky, los franceses, Flaubert, Zola. Leí un libro de Enrique Krauze sobre la Independencia de México [La presencia del pasado] en dos sentadas. El Diario de Berlín, de William Shirer, lo leí rápido. Aun así, hay escritores que están en contra del exceso de información. ¿Para qué sirve tanta información? Ahora hay muchísimo libro.

¿Pintores y músicos?
Pintores académicos, impresionistas, etcétera; soy mucho más ecléctico en pintura. Ahora, de música escucho poco porque exige mucha concentración, y ahora estoy cansado.

¿Qué tal estuvo tu última exhibición, Ramírez 09-2010, en el MACAY?
Me pidieron 30 obras, y coincidió con que una mitad la había hecho en el 2009 para las Pecanins, y la otra en el 2010.

¿Qué nos dices sobre tu proceso creativo?
La obra me deja de interesar cuando ya está hecha, lo mismo que los libros. Yo no adoro. Lo que me interesa es pintar: el proceso, la elaboración del trabajo. Cuando llega el momento de la exposición, a veces ni te acuerdas de lo que pintaste.

¿Y qué opinas de la pintura en Mérida?
Hay demasiados pintores. Son sólo 5 los que se salvarían, y no más. Pero esas cosas son muy relativas. Están las señoras que pintan, las señoras ricas que se dedican a pintar porque tienen mucho tiempo libre. Antes se dedicaban a costurar, a cocinar. Ahora pintan. A mí eso me resulta indiferente, pero es un fenómeno muy notable, que se ha desarrollado con mucha rapidez.





ECLÉCTICO
Edición de textos: Christian Núñez
Imágenes: Cortesía MACAY + Gabriel Ramírez

Sin título (1965). Óleo/tela. 118 x 99 cm.
El blanco de la brisa (1971). Óleo/tela. 80 x 120 cm.
Personajes inquietos (1974). Óleo/tela. 100 x 120 cm.
Los sonidos soportables (1995). Acrílico/tela. 126 x 172 cm.
Domingo de matiné (1985). Óleo/tela. 66 x 112 cm.
Sín título (2000). Acrílico/tela. 157 x 143 cm.
Retrato de Gillian Gish (s/f). Dibujo en tinta china.
Retrato de Lupe Vélez (s/f). Dibujo en tinta china.
Retrato de Tina Modotti (s/f). Dibujo en tinta china.