27.12.12

JOSÉ DÍAZ CERVERA: ¿para qué sirve la poesía?


JOSÉ DÍAZ CERVERA: ¿para qué sirve la poesía?

[Mérida, Yucatán, 02.08.2010]

En un lapso de dos horas, con un vaso de agua mineral sobre la mesa, José Díaz Cervera respondió 20 preguntas-dardo para conejobelga y nos permitió reproducir algunos textos de La piel, ya disponible en las principales librerías del país. La entrevista se concretó después de varias semanas en las que me dediqué a conseguir sus libros, leerlos detenidamente, consultar las fuentes bibliográficas adicionales —como el poema Cuatro Cuartetos de T. S. Eliot— y, por fin, cristalizó el sábado 31 de julio en el café La Habana, ubicado en el Centro Histórico de Mérida.

José Díaz Cervera (Valladolid, México, 1958) ha publicado 5 libros: Licantra (UNAM, Colección El ala del tigre, 1992); Manual del fingidor (UADY, Colección La huella del viento, 1997); los ensayos de Las elocuencias del delirio (Ayuntamiento de Mérida, Colección Capital Americana de la Cultura, 2001); Para astillar la longitud del rayo (Dante, 2002), y La piel, ganador del Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta convocado por el gobierno de Tampico, Tamaulipas en el 2008 (Miguel Ángel Porrúa, 2009). “Yo escribo con mucha seriedad, lo hago al límite de mis capacidades, pero no me la creo. No tengo vocación de celebridad y mucho menos de gloria municipal”, afirma categóricamente. Y entonces le pregunto…
 
Christian Núñez (CN): ¿Quién es José Díaz Cervera?
José Díaz Cervera (JDC): Un cabrón bien hecho.

CN: ¿Por qué escribes?
JDC: Porque me hace sentir bien.

CN: T.S. Eliot anota en Cuatro Cuartetos: «cada frase, cada oración, es fin y es principio / todo poema es epitafio ¿Estás de acuerdo?
JDC: Sí, sí estoy de acuerdo. El escritor no debe vivir en el pasado ni pensar mucho en el futuro.

CN: De tus poemas iniciales al estilo actual, ¿identificas una línea directriz?
JDC: La buena sonoridad. Mis versos tienen muy buen sonido en la métrica y en la poética.

CN: ¿Sigues pensando que la literatura costumbrista yucateca es una soberana porquería?
JDC: Absolutamente. El costumbrismo siempre ha sido una literatura deleznable.

CN: ¿Cuál es la importancia de los premios literarios otorgados por las instituciones oficiales?
JDC: Abren la oportunidad de dar a conocer una obra.

CN: ¿Cómo te fue con el recibimiento de La piel entre la crítica y los lectores?
JDC: No lo sé, el libro salió hace poco. Por ahí he visto comentarios muy escuetos, buenos comentarios del libro.

CN: ¿Con qué personaje —vivo o muerto— te gustaría tomar un café?
JDC: Con Borges.

CN: ¿Cuál fue tu última borrachera memorable?
JDC: Puta, no sé. El Viacrucis del 2010. Yo soy el Virgilio, el que convoca al Viacrucis. 

CN: Háblanos del erotismo y la mística en tu obra.
JDC: Siempre he dicho que no hago poemas eróticos. Quizás hay un componente de sensualidad que genera sensaciones eróticas, pero nunca he escrito un poema erótico. La mística tampoco ha sido un elemento de mi obra.
 
CN: Entre Dios o el diablo, ¿con quién te quedas?
JDC: Con el diablo.

CN: ¿Qué libro te ha cambiado la vida?
JDC: La Tierra Baldía, de T. S. Eliot.  

CN: ¿Cómo te ha ido con la filosofía?
JDC: Me ha ayudado mucho a pensar con orden, a ser riguroso y ese rigor empieza a reflejarse en mi poesía. Gracias a la filosofía he logrado terminar un libro con el que estaba trabajando desde hace 5 años. Creo que ahora sí logré un producto de muy buen nivel.

CN: ¿Vinculas el pensamiento de Bachelard con tu estilo?
JDC: No, porque para Bachelard la poesía, la que él aprecia, está muy vinculada con los problemas del ser.

CN: ¿Qué tanto hay de Fernando Pessoa en Manual del fingidor?
JDC: Yo creo que sólo la referencia de la heteronimia. En cada parte del Manual del fingidor hay una poética diferente, aunque con un aire de familia, dando oportunidad a las diferentes voces de que se expresen.

CN: ¿Qué opinas de los mass media en una sociedad teledirigida y adoradora del simulacro?
JDC: Que han sido más una desgracia que una bendición. Y esto no es culpa de los mass media en sí mismos, sino del empleo que le dan los usuarios.

CN: ¿Por qué te gusta ir contra lo políticamente correcto y en ocasiones pareces conservador?
JDC: A mí ya las etiquetas no me interesan. Que cada quien me califique como se le dé la gana, no me ofende. Eso por un lado. Por el otro, soy muy cabrón. A veces escribo cosas con las que no estoy necesariamente de acuerdo, sin embargo soy un provocador. Yo no espero tener nunca la última palabra, en ese sentido me he convertido en un buen filósofo. Al filósofo lo que le interesa es que gane la verdad.

CN: ¿Cómo definirías la poética de Para astillar la longitud del rayo?
JDC: Es un libro en el que estaba tratando de ser mucho más consciente y medido. En Licantra quería experimentar. Manual del fingidor tiene algo de ventrílocuo. Y Para astillar la longitud del rayo no renuncia a cierta ampulosidad, aunque trata de ser moderado.

CN: ¿En quién te inspiraste para escribir De amor y piedras?
JDC: No sé [risas]. La inspiración no es algo que vaya conmigo. No hay ningún componente anecdótico. Yo me enamoro platónicamente de todas las mujeres bellas que conozco. Muchas veces, también, trabajo a partir de un ritmo, como en el poema de François Villon en Para astillar la longitud del rayo.

CN: ¿Cómo reaccionarías si tu peor enemigo te abrazara y te dijera: Para qué sirve la poesía?
JDC: Para eso. Para que un día alguien que se dice tu enemigo se diga tu amigo. Aunque yo no me considero enemigo de nadie. Y fíjate que sí me han pasado cosas así. Conozco gente que me vio con animadversión y luego leyó algo mío y cambió su actitud.

De La piel

Hermana ciega:
si levantas los espejos
quedaré convertido en alacrán
y yo quiero que me abraces,
que me digas que he sobrevivido
y que nos queda un poco de candela
para enjuagarnos los ojos.

¿Sabes, hermana,
que he aprendido a dormir
con las luces encendidas?
¿Sabes
que a pesar de todo
no me he muerto:
que tengo mis amígdalas
y el triple chorro
de mi orina?

Voy de regreso
sólo porque quiero ir de regreso,
hermana sorda,
contando los días del revés.
Voy de regreso
porque sí,
porque necesito la palma de mi mano
y las fragancias,
los diccionarios y los ángeles;
voy de regreso, hermana,
hermana muda,
y tengo apenas el paladar
y tengo a penas la memoria
                                             crujiendo.
***


No caigas sola cuando caigas,
porque es de barro caer;

cae con todos los zapatos muertos;

cae dejando a salvo tu dolor
y aquello que termina
cuando comienza el frío.

Porque es de barro caer
así como de barro es desangrarse,
nadie habrá de regresar a los temblores
sin el milagro de la piel;

no caigas sola y con las manos frías,
no te quites las alas,
no te quites los ojos
   
–estoy aprendiendo a agonizar
y anoche le robé una costra a tu silencio
para que el aire sea más aire
al pie de las palabras,

no te quites el humo de los huesos,
no te quites el zumo de los brazos;

ponte la descamisa de los que celebran el follaje:
no caigas sola,
cae desnuda y amputada:
cerca de ti, alrededor de ti,
sin ti.
***


Hermosa en ti, hablas de las cosas
con tu pezón erecto;
yo te dejo mis ojos,
te dejo el agua ácima
para que remojes tus pies.

Hermosa en ti,
servan tu silencio
los sitios azules, las gotas;

dos manos se encienden
en medio del aullido
y tu sonrisa es una daga
en las cegueras.

Hermosa en ti,
llueves sobre las cabezas
del tiempo,
sobre las nucas amotinadas.

Yo te dejo mis ojos
para que no se rompan en la luz.

[Foto: conejobelga]