30.6.13

Temporada de frikis

 

 Temporada de frikis
 
En el Centro Histórico de la ciudad de México se encuentra un bazar dedicado al “entretenimiento y los videojuegos”, la Frikiplaza: un centro gravitacional para los freaks, los geeks, los otakus y otros raros.

Casi todos los viernes voy a la Frikiplaza después del trabajo. En el metro Polanco veo a la señora del local Kodak. Quiero pasar a saludarla pero sigo mi camino. Sin archivos de imagen no sé de qué hablaríamos. Podría preguntarle si arregló sus problemas con la empleada del turno matutino. Ella le llama cariñosamente la envidiosa. Voy a hundirme en la multitud. Me aplastarán. Seguro que me aplastarán mientras intento subirme al vagón. Los olores. Transbordo a la línea azul hasta Bellas Artes. Me pasa por la cabeza que los frikis necesitan gasolina mental. Recuerdo al dealer de videojuegos a quien le di un par de libros. No los ha leído seguro. Como estudia psicología pensé que le interesarían. En fin. Es un gamer hecho y derecho. Mercenario y coolhunter. Le compré varios títulos de PS3. Tiene un PSVita que es la hostia. El otro día me mostró el Mega Man Maverick Hunter X en una estación de la línea azul y tuve un flashback. Recordé mis días en Mérida y al cuate que me rentaba el Mega Man X original por tres pesos diarios. Y que su papá se suicidó arrojándose a un autobús de transporte urbano. Y que su hermano se suicidó también. Y que a él lo acusaron de pederestia y era boy scout. Tuvo que huir a Campeche. La Frikiplaza despierta mis intereses sociológicos. O tal vez no. Quizá sólo se trata de un lugar consagrado al entretenimiento de los raritos. Pero hasta qué punto es sólo eso. Por otro lado, al dealer de las pelis de terror lo vaporizaron. Así que no podré llevarme nada de material. Salgo solemnemente encabronado. A veces en las tiendas de pelis que están más adelante se consiguen cosas. El otro día compré Shadows (2007, Milcho Manchevski). Hay puestos especializados en pornografía. En mi última mudanza, le mandé cerca de 60 DVD’s a un cuate de Mérida por unos libros suyos que se me perdieron. Realmente no los extravié. Se los quedó mi ex novia. Le envié a mi amigo por Estafeta lolitas rusas, pornostars francesas, actrices húngaras de Private. Sólo para él. Hace un tiempo su novia vino al DF y me devolvió tres títulos. Uno de Thomas Bernhard, otro de Simona Vinci y uno más de Houellebecq sobre Lovecraft. El terror es quedarse solo. Sin películas de terror. Sin pornografía. Sin dealer.


Lestat gestiona una tienda de videojuegos llamada Vaca games. Dice que en honor a su novia y que no le pregunte porqué. Esta noche jugaré Castlevania Lords of Shadow. Compré una botella de vino tinto. Y cervezas. Voy a ver Cold fish (2010, Sion Sono). Trata sobre un pobre diablo a cargo de un acuario cuya hija adolescente intenta robar en el acuario de un hombre con más dinero que él. Un extorsionador. Que además tiene una esposa guapa. Y es muy gracioso. Con su mujer tima a los clientes. Les vende peces vulgares como si fueran especies exóticas. Si reclaman son asesinados. Hay descuartizamientos. El extorsionador involucra en sus fraudes al pobre diablo y a su familia. En medio del asunto brota la crítica social. Luego voy a ver The Life And Death of a Porno Gang (2009, Mladen Djordjevic). Ésta es mucho más guarra. Marko, un director de cine recién salido de la universidad, reúne a sus amigos frikis para irse de gira con un espectáculo de cabaret porno. Viajan en una camioneta grafiteada. Les va más o menos. En eso aparece un tipo que le ofrece dinero para filmar videos snuff.  Las cosas suben de tono. El grupo se desmoraliza. Suicidios. Les pasa lo que a los idiotas de Lars von Trier pero de modo más impuro. Se acabaron las chelas. Lestat anda conectado en Facebook. Me pregunta si no me interesa un flamante 3DS. Que acaba de jugar Luigi’s Mansion y hace tiempo que no disfrutaba con algo tan sencillo. Pero Lestat, si todavía no termino Castlevania. Estoy en la escena del Señor Oscuro Licántropo. Me duermo encima de la computadora. Despierto de madrugada. Voy al baño, regreso. Lestat sigue ahí. Me pregunta si no me interesa Batman Arkham City. Casi nuevo, dice. Apago el monitor. Sueño que viajo en automóvil con mi familia por una zona industrial. El cielo está negrísimo. Alzo los ojos y justo encima de nosotros cruza una enorme nave nodriza rectangular. A su paso deja el cielo manchado de púrpura. Se aleja en dirección a una nube llena de relámpagos. Y yo sé que cuando la nave llegue ahí, nos moriremos. Lo sé.


Varios meses después me escapo del trabajo para ir a la Frikiplatz. Compro seis películas en el local 55. Podría decirse que el dealer se alegra de verme. Ya no más terror, le digo. La última vez me llevé Sinister (2012, Scott Derrickson), Blood Trails (2006, Robert Krause), Seul contre Tous e Irreversible (1998 + 2002, Gaspar Noé) y la serie completa de Evangelion Director’s Cut con los OVAS adicionales. Recomiéndame algo de drama. Me ofrece una pequeña joya: Shoujyo, an adolescent (2001, Eiji Okuda). De regreso a la oficina, todos desaparecieron. Huyo. En la esquina de mis rumbos, junto a la panadería venden tamales. Me llevo cuatro, uno de cada sabor. Además me preparé unos sándwiches en la mañana que no pude comer. Hago un circuito de comida, cervezas y excentricidades asiáticas. Apago la luz. Shoujyo está basada en una novela homónima de Mikihiko Renjo. Un policía con un tatuaje en la espalda (Tomokawa) se enamora de una teenager de 15 años (Yoko). Ella vive en casa del abuelo con su hermano retrasado mental. La situación se complica, da varios giros. Parece un relato vinculado a La casa de las bellas durmientes de Kawabata por su tratamiento del erotismo y la mirada contemplativa. Otra memorable recomendación es Mother (2009, Bong Joon-ho), cuyo opening te deja flotando en líquido amniótico. Una señora vive en un pueblo con su hijo único (Do-joon), también deficiente mental. Un buen día lo involucran en el homicidio de una adolescente y la madre se empeña en descubrir al verdadero asesino. La trama se va oscureciendo. El suspenso y la  tristeza bailan danzón. A la mitad del thriller, Lestat intenta convencerme de cambiar mi PS3 por su PSVita. Le digo que lo voy a pensar. Él responde que es muy triste acumular videojuegos y venderlos 20 años después, cuando ya no valen nada. Lo mejor es disfrutarlos, deshacerse de ellos y a la verga. De todas formas no tengo televisor. Me acabo de mudar y aún no he comprado uno. Lestat reflexiona. Cree que no servirá de nada darme el PSVita si les dedicaré más tiempo a mis viejas. ¿Cuáles viejas? Realmente no lo sé. Y, la verdad, no me importa.


Sergio, el dealer de las pelis de terror, me ha contado una historia truculenta. Una mezcla de El callejón de los milagros y Lolita con destellos de Pulp Fiction. Ahora que hemos roto el hielo es fácil notar que no sólo se trata de terror puro y duro. En el fondo, tanto él como Lestat hablan entre líneas. Aun así cuando una película no es buena o un videojuego incluye una banda sonora machacona opto por la Solución Esquivel, que consiste en bajar el volumen del reproductor de video y oír cualquier disco de Juan García Esquivel. Hice la prueba con The Beast (2011, Hwang Yu-Sik) y funcionó. Antes ordenaba un tracklist de Arvo Pärt pero éste aplica más con terror galáctico tipo Prometeo (2012, Ridley Scott). Otro aspecto a considerar es que el terror no se reduce a un género sino que implica un estado mental. Una vez me desdoblé en una escritora danesa llamada Kathia Christensen. No ha publicado demasiado. Escribió un ensayo que se llama Anatomía del horror. Luego la maté y le robé sus ideas. Allí explica: «Un contexto, una víctima, una situación insoportable y el enfrentamiento con algo desconocido son las 4 condiciones básicas de las cuales el horror emerge. Todo ocurre como un desmantelamiento. Tarde o temprano, el individuo se sustrae al curso de la acción para penetrar en un nivel más profundo y nebuloso. Visto así, el horror es el error. Expulsa lo que no posee las condiciones suficientes para estar en el mundo. Lo deforme, lo extraño, lo freak.» Además puede haber un horror sin sangre, monstruos ni SFX. Las cintas de Michael Haneke ponen sobre la mesa un horror sociológico, igual que las novelas de J. G. Ballard. Una vez conseguí con el dealer de los libros inconseguibles una novela de este autor, Locura desenfrenada (Running wild, 1988). En una exclusiva zona residencial en Pangbourne, una mañana todos los adultos amanecen muertos y los hijos aparentemente han sido secuestrados. El Dr. Richard Greville, que trabaja en Scotland Yard, investiga el caso. Una serie de evidencias lo llevan a sustituir la hipótesis del secuestro por una más lúcida: los adolescentes se organizaron para matar a sus padres.


Tras varias pistas, el Dr. Greville concluye que los jóvenes vivían en una atmósfera de absoluto control de sus actos, bajo la consigna de una felicidad obligatoria, organizada por sus progenitores. Hasta que llegan al punto de hartarse y planear la masacre de Pangbourne. A la larga, y en un gesto anticipatorio a nuestros tiempos, los chicos se vuelven terroristas. «Uno no siente simpatía hacia Manson y los demás, puesto que para ellos existía una alternativa, pero para los muchachos de Pangbourne no la había. Incapaces de expresar sus propias emociones o de responder ante las emociones de las personas que los rodeaban y sofocados bajo un manto de elogios e incentivos, estaban atrapados para siempre dentro de un universo perfecto. En una sociedad totalmente cuerda, la locura constituye la única libertad», escribe Ballard. Lestat, que estudia psicología en la UAM, está considerando seriamente dedicarse al trabajo en prisiones, con asesinos y delincuentes peligrosos. No lo veo tan descabellado. Quizá de todo esto haya una moraleja. Una serie de intuiciones acerca de la Frikiplaza y lo que allí habita. A propósito de nada: una de mis ex novias intentó suicidarse con ácido muriático. De regreso a Mérida, platicaremos. Sinceramente preferiría seguir yendo a la Frikiplaza. Incluso convertirla en una especie de madre putativa, de reina Alien simbólica y freudiana. Pero, una vez más, debo enfrentarme con mis demonios.

–Christian Núñez
Imágenes:
1) Neon Genesis Evangelion  (1995, Gainax)
  2) Shoujyo, an adolescent (2001, Eiji Okuda)
3) Sinister (2012, Scott Derrickson)
4) Irreversible (2002, Gaspar Noé)
5) Running Wild (1988, J.G. Ballard)
 
Publicado originalmente en La Semana de Frente [26.06.2013]


14.6.13

Georges Bataille y la experiencia ateológica



  Georges Bataille y la experiencia ateológica
 
A modo de letanías contra el cielo, los poemas de Georges Bataille parten de la experiencia espiritual ateológica. “El hombre necesita darse una perspectiva del no-saber bajo la forma de la muerte”, escribe un 12 de enero de 1951. El Tucán de Virginia reúne en una edición bilingüe sus Poemas/Poèmes en 1995. Ignacio Díaz de la Serna, a cargo de la introducción, selección y traducción, explica que lo ateológico abarca la ausencia de Dios y la búsqueda de lo imposible. “En la cúspide de la experiencia espiritual ateológica, el mal no se sufre; se quiere. Una vez allá arriba, se ora con la desazón de los condenados a cadena perpetua: Padre mío que no estás en los cielos, santificado sea tu nombre porque aumentas los pecados del mundo… Así, la poesía es una plegaria.”

Bataille nunca se propuso una carrera como poeta. “Su principal motivo: estima que la mayor parte de los poetas viven encandilados por la delicadeza, lo que siempre le repugnó —aclara Díaz de la Serna. Despreciables le parecen porque encuentra en ellos el aliento de una estética irrisoria. Acólitos de la belleza, de los buenos modales, en sus manos la palabra queda penosamente reducida al papel de ábrete sésamo hacia un territorio donde prevalece la evanescencia lírica, el sentimentalismo más ingenuo y ramplón. Cierta clase de poetas son en verdad insoportables, pregoneros como se sienten de un mundo candoroso. Toda poesía que anhele en su entraña expresar un ideal cualquiera, o peor aún, que tenga nostalgia de lo absoluto, hace del hombre un ser abyecto, servil, pues lo absoluto es la aspiración distintiva de las larvas. Indigno es alabar y dulcificar. Escamotearnos la agitación, el terror frente a nuestra muerte, no es tarea que incumba a la poesía. Signo que anuncia el mayor de los desgarramientos, cada poema de Bataille es la mirilla a través de la cual avizoramos la podredumbre que somos.”

De esa podredumbre tratan los otros libros de Díaz de la Sena sobre la obra de Bataille: los ensayos titulados Del desorden de Dios (Taurus, 2000) y La oscuridad no miente/Textos y apuntes para la continuación de la Summa ateológica (Taurus, 2001). Éste, además, incluye un epílogo afilado: “¿Qué me ha enseñado Bataille? La carcajada como única respuesta que me coloca a la altura del desorden de Dios. ¿Qué vio mi madre poco antes de morir? Hace tiempo, mi hija Leonor resolvió este misterio. Habíamos visto juntos la película En busca del valle dorado, la historia de un brontosaurio bebé, un cuello largo cuya mamá había muerto tras luchar con el Tiranosaurio Rex. En una ocasión posterior, sin venir a cuento, mientras íbamos en coche, me preguntó desde sus cuatro años de edad si su otra abuela, mi madre, había muerto por haber luchado contra el Tiranosaurio Rex. Estuvimos a punto de estrellarnos. ¡Eureka! Eso fue lo que vio mi madre. La quijada desmesuradamente abierta del Tiranosaurio momentos antes de atacarla, despedazarla y devorarla. Ante el aliento nauseabundo que la envolvía, ella sólo pudo ofrecer la inhumanidad de su mirada.”

Si, de acuerdo a Susan Sontag, Bataille causa perturbación porque sabe que el verdadero leitmotiv de la pornografía no es el sexo sino la muerte, no debe sorprender que sus poemas hagan constantes alusiones a un erotismo desesperado y fúnebre al mismo tiempo. Como una carta de despedida.

–Christian Núñez
 
EL MURO

Un hacha
denme un hacha
para que me espante
de mi sombra en el muro
aburrimiento
sentimiento de vacío
cansancio.


LA MARSELLESA DEL AMOR

Dos amantes desnudos cantan la Marsellesa
dos besos sangrientos les muerden el corazón
los caballos a galope tendido
los jinetes muertos
pueblo abandonado
el niño llora
en la noche interminable.


DOLOR

Dolor
dolor
dolor
oh dolor
oh dolor
oh mi llanto de pez
mi cola de azafrán

oh quitarme los calzones
mearme


REÍR

Reír y reír
del sol
de las ortigas
de los guijarros
de los patos

de la lluvia
de la pipí del papa
de mamá
de un ataúd lleno de mierda.
  

13.6.13

GERARDO MARTÍNEZ: Un veedor



GERARDO MARTÍNEZ: Un veedor
 
Gerardo Martínez + François Valcke gestionan la Galería Tataya en el barrio de Santa Ana, en el centro histórico de Mérida. La vocación crítica de Gerardo es bien conocida dentro del circuito artístico local, por la sinceridad de sus opiniones respecto al arte que allí se produce, y al modo en que las autoridades administran la cultura. Esta charla recupera varias de sus reflexiones.


CHRISTIAN NÚÑEZ (CN): Qué es lo que más te gusta de México.
GERARDO MARTÍNEZ (GM): Su historia, su capacidad de reencontrarse con la naturaleza y de hacer de ella un entorno. Por eso cuando voy de viaje y atravieso esas fronteras invisibles de las diferentes etnias que le habitan, veo con admiración que cada campesino, cada poblador lleva a México grabado en su piel. Sin embargo hay una cosa que no asimilo de México: su pasividad ante tanta injusticia, ante tanta agresión interna y externa. Son factores sociales y políticos que me trasmiten mucho miedo.


CN: Cómo surge tu interés por las artes.
GM: Una amiga me comentó una vez que la vida te escogía y creo que sí. Mis primeras intervenciones son en el área del reportaje y la entrevista de personalidad, que por cierto me encanta, me fueron asignadas en periódicos y en revistas, dentro de este espacio: el cultural. He recorrido todos los formatos de comunicación cultural y casi siempre me ha tocado vivir y transitar la zona de las artes. Me considero un avezado veedor de los oficios y me gusta escudriñarlos, para conocer su sabor, color, materia. Cada uno en su intención y dimensión.


CN: Háblanos de Galería Tataya, el espacio que diriges junto con François Valcke.
GM: Tataya es un concepto en perpetuo movimiento. François, que había tenido su galería en Londres durante más de veinte años, se quedó tan alucinado al descubrir la estética artística mexicana y latinoamericana que de inmediato se convenció de que tenía que abrir una galería. No le fue difícil convencerme y Tataya es una creación de ambos. El concepto de la galería es distinto de lo corriente en el sentido de que 90% de las obras nos pertenecen, lo que nos permite dar al espacio un ambiente muy personal, sui generis, y que refleja nuestros gustos y, porqué no, nuestras personalidades. Tenemos dos líneas distintas: pinturas y grabados de México y Cuba/artesanía de alta calidad. Todos los artistas con un CV impecable y en caso de los artesanos, con reconocimientos y/o premios nacionales e internacionales, igualmente con CV consumado. Los artistas son principalmente cubanos, que nacieron alrededor de la Revolución y por ende tienen una larga carrera artística, unos con trayectoria internacional impresionante. Otros artistas son mexicanos, principalmente del DF y Oaxaca. Tenemos muchos proyectos para el futuro, siempre en búsqueda de nuevos artistas, amplificar nuestra visión, lidiar con otros medios (fotografía, esculturas, etc.)


CN: Quiénes son los artistas que exhiben con ustedes.
GM: Los que luchan por una excelencia y una búsqueda de la estética. Agrega allí el amor al arte y a su expresión de Libertad.


CN: Cuáles son los criterios para elegir las piezas.
GM: Henry Ford dijo que hay 3 reglas de oro para un negocio: 1. Ubicación, 2. Ubicación, 3. Ubicación. Nuestros criterios son: 1. Calidad, 2. Calidad, 3. Calidad.


CN: Qué tan fácil es comercializarlas en el medio local.
GM: Tristemente, no contamos con mucha clientela local. Y es una tragedia. Parece que lo que valga aquí, se determina, se cuantifica por parentesco, red social, apellido. Y repito, es una desventura. La gente aquí es muy costumbrista y, por ende, estática en el sentido que no sabe (y no quiere) abrirse a otras dimensiones, realidades. Les da mucho miedo. Piensan que mirar al otro lado les va a perjudicar socialmente. Pero contamos con una numerosa clientela que vive en el extranjero y son nuestros verdaderos compradores. Ellos son quienes nos emulan a ir más "allá" y tomar riesgos, ser más exigentes con nosotros mismos. Esto ayuda muchísimo y realmente es muy estimulante. Estamos viendo algún que otro cambio de parte de mexicanos que no son yucatecos pero que ahora viven en Mérida. Por lo general son gente con criterios bastante amplios y exigentes. Cuando nos visitan, siempre hay una excelente simbiosis entre nosotros y ellos.


CN: Qué opinas del circuito artístico yucateco.
GM: Mérida es una ciudad que posee la extraña cualidad de esconder a sus buenos hijos y mostrar con orgullo a sus malos, particularmente yo no sólo les llamo malos hijos sino delincuentes de poco trapo y falsas manos. Son como payasos de un mal circo ambulante. Dejan el reguero de detritus a su paso y los que verdaderamente crean, tienen que estar a bajo perfil sólo porque los escogidos de instituciones culturales gozan del privilegio, el poder e incluyen la amenaza como una forma de vida para castigar al resto. Constante y paralelamente gobiernan.

Me pregunto asiduamente quién fue el primero que le dio apertura a esa puerta del averno y si siempre Mérida fue así de gris ante las artes. Creo que mi respuesta es no, pues en algunos momentos se ven luces muy brillantes dentro de la historia de la pintura y la escultura. Establezco, en mi punto de vista, que Mérida transita un momento mortal donde las pantomimas de señoronas que pintan flores y celebran su cumpleaños con exposiciones en rimbombantes lugares están cayendo. Lo vergonzoso es cómo los otros artistas se prestan a su macabra comedia bufa, aplaudiendo a los denominados "artistas visuales" que se acaban de comprar sólo ayer una cámara de fotografía o vídeo. Eso debe parar para que se puedan echar las bases de una verdadera administración del panorama cultural que va a lo loco y sin camino y sin establecerse con su más intima razón que es educar y formar.

Al respecto de formar, me hago para mí mismo una pregunta: ¿existen verdaderamente escuelas de Arte? Y me respondo que son simple actos fallidos con un fardo de nepóticos muertos tratando de hacer una junta de sordos con ciegos.


CN: Háblanos de tu experiencia con el cine.
GM: Mi tránsito por el cine no ha sido el más acertado, al menos en la parte práctica, pues no he contado con un proyecto sólido y, para ser franco, me da mucha molestia tener que enfrentarme con un esquema a un testarudo productor que lo único que conoce es administrar y cuidar su dinero. Trabajé en algunas producciones de Hollywood hechas en England y vi lo que era esa industria por dentro. Allí no se hace cine, se hacen salchichas visuales que nos tragamos como gigantes hot-dogs. Una producción tarda más por apagar y prender las luces del estudio que por su trabajo artístico, qué horror…

Ahora bien, en el aspecto teórico he tenido la suerte de transitar por el mundo de los libros y realizar curadurías de cine, así como programar cursos de producción libre y de escasos recursos, que espero algún día fundamentar en Mérida, la de Yucatán. Esto incluirá guión, que es la base final y perpendicular para hacer cine, de eso poseo una experiencia como dialoguista de cine y TV, me encanta.


CN: ¿Se te ocurre un top-ten de directores?
GM: El cine es un formato tan gigante y tan lleno de trabajadores y hacedores que catalogar a un grupo de directores como cabezas del mismo sería sumamente injusto con todos aquellos que están detrás de las cámaras. Prefiero hablar de escuelas y movimientos dentro del cine que me encantan, como por ejemplo el cine de la Escuela de Malmo en Suecia, de donde salió Ingmar Bergman. El cine mexicano de los años 60's y 70's, para mi punto de vista la verdadera época dorada del mismo. Todo el cine revolucionario de Argentina y Chile hecho en la clandestinidad. Los movimientos literarios del cine japonés de los 50’s y 60’s, así como su cine mudo, elaborado con una precisión de encaje fino. Son momentos sublimes de este arte específico.


CN: Cuéntanos sobre los ciclos de cine que has organizado.
GM: He organizado, junto con Aarón Rosette, sólo tres ciclos: las divas y vampiresas en el cine, capítulos I y II y el espectacular cine de David Lean, que es más que majestuoso, una cátedra de cine y que pasó por esta ciudad sin mucha gloria y con mucha pena, pues fue muy poca gente a verlo; eso sí, las personas que asistieron salían extasiadas y asombradas de ver aquella inmensidad de cinematografía. Sin embargo, mi afán ha sido libre en todo sentido, me ha faltado el tiempo para elaborar otros ciclos, con la libertad que me han otorgado. Ya vendrán otros que si se llegan a dar serán impactantes y espero no defraudar, ya que la ciudad, siempre crítica ante los pequeños detalles, me ha catalogado de poseer un gusto comercial. Al respecto, pienso que todos tienen cabida y es necesario manejar el concepto de cine en su totalidad tanto de arte como negocio.


CN: En tu opinión, ¿cuáles son las características de un gestor cultural?
GM: Un gestor cultural es un administrador y al mismo tiempo un creador. Administra espacios, tiempos y crea dimensiones. No es una profesión que se aprende por sí sola; a pesar de los intentos universitarios como una forma de cursos de posgrados, no se logra sino con la experiencia y la experticia diaria. Es el hacer y el quehacer cotidiano quienes te dan una pauta de formatos, de estructuras y de símbolos que vas armando a medida que recorres las artes y las formas culturales a las cuales te asomas. Es como mirar un abismo, sólo que poco a poco lo vas dominando. Es una carrera satisfactoria, aunque a veces es dura, como toda piedra a cincelar. Sobre todo en contextos inhóspitos donde los sectores culturales se comprometen con lo político antes que con lo social.


CN: ¿Cómo ves la constante apertura de espacios artísticos en la capital yucateca?
GM: Se abren y al mismo tiempo se cierran, no existe la constancia ni el oficio. Los espacios culturales en general sirven para alimentar egos y allí está el gran error. No son puntos de encuentro y reflexión y mucho menos de investigación. Se convierten en Catedrales del “yoísmo”. Presentan un libro y se miran sus ombligos, sin dejar opinión referente y sin dar capacidad a la crítica y a las otras voces.

Los espacios expositivos son escasos o para ponerlo en crudo: no existen. En nuestro caso, hemos tenido que combinarlo con la artesanía de autor, esa que verdaderamente sí representa a México y que desdeñosamente los seudocríticos, que abundan por el mundo, desprecian. Es penoso que lo que las manos populares hacen se trate de disminuir sólo para que las élites luzcan y sobresalgan, cuando en esencia las capacidades escultóricas en estos artistas son gigantescas. De la humildad y del trato directo con los elementos naturales se deben sacar los nuevos libros de educación.


CN: ¿Qué les falta a los artistas para proyectarse dentro de las galerías y canales de distribución comercial?
GM: Creación y acción, si no mueves tu sinergia eres árbol que no dará frutos.

CN: ¿Qué piensas de la burocracia institucional, los premios, las mafias, el que haya mucho ruido y pocas nueces?
GM: En algunas respuestas que te he dado he dejado ver mi opinión. El año 2010 fui invitado a ser jurado del Festival de Cortometraje y Vídeo de Yucatán. Para mí fue un dolor de cabeza, una lucha titánica para saber qué premiar. Los otros 2 jurados comentaron sentirse en la misma reacción. Si por mí fuera lo hubiese declarado desierto, pues el nivel era pobre y sin creación. A fin de cuentas y bajo mi responsabilidad y consideración dimos premio, a pesar de que muchos se declararon desiertos. En la entrega yo sugerí mejorar los ya elaborados. Darles fuerza y sentido cinematográfico. Creo que mi lamentado consejo no fue escuchado.

Con todo ello te quiero ilustrar que no se pueden abrir concursos si fallan las bases mismas donde se crea el mismo.

Ahora lo de las mafias es un tema que existe en todas partes del mundo, sólo que en algunas partes tienen el freno de que se administra para todos. Es un cliché y un lugar común hablar de ellas, porque de su centro útero surgen los mismos directores, gerentes que establecen pautas. El génesis es corrupto porque la mala mirada ya engendra el camino podrido.

CN: Tu polémica labor como crítico de arte siempre despierta opiniones divididas. ¿A qué se debe ese tono tan franco y directo? ¿Por qué los dardos?
GM: Nunca he tenido complejo de Robin Hood ni de Guillermo Tell, a precisar que ambas obras me encantan. Por ello es que asevero no lanzar ni dardos ni flechas, ni acoso bandidos ni pongo en duda cabezas que sostienen manzanas. Siempre he dicho, y esto lo quiero dejar muy claro, que no soy “crítico de arte”, ese es un concepto rimbombante que se puede vender por un panucho compartido y ofrecido por un "artista" local. No, no y otro no. Yo soy un investigador de las artes y sus reflejos en la vida.

Sé que cuando publico una reseña la gente entra en pánico, en convulsiones y luego en rabietas. Es un comportamiento infantilista y patético, se ve que las artes de esta ciudad crecieron sin el menor sentido de autocrítica, mucho menos de crítica. Qué pena porque es la esencia analítica de donde nace un nuevo ser, en este caso de un nuevo artista.

Mi tono franco viene de la escuela de críticos de arte en la cual me formé y, Dios, esos sí eran críticos severos. Lo que en general aquí se produce no hubiese llegado a nada frente a ellos. Es necesario aprehender y aprender de la severa crítica. Yo sólo hago reseña crítica, que es otro género de investigar y poner, a duras cuentas, la realidad de las artes en la palestra.

CN: Además de las artes, qué otras aficiones tienes.
GM: La cocina, el buen comer. Soy, y no lo niego, un buen sibarita y gourmet. Sufro por no encontrar aquí los elementos básicos de la cocina europea o asiática que me permitirían hacer fusiones y experimentos. Así también me gustan las buenas telenovelas. Adoro este género "básico" y extraño, porque de la alienación pasan a mostrarnos un teatro de horrores donde las malvadas parecen sacadas de un psiquiátrico victoriano. Creo que es un gran producto latinoamericano y nos une en todos los sentidos, porque todos los latinos llevamos dentro la ignota tristeza de Sara García y las hipócritas lágrimas de Libertad Lamarque.

CN: Qué les dirías a los artistas que tratan de insertarse en este medio.
GM: Les recomiendo que sean ellos mismos, que creen bajo sus preceptos y que no tengan miedo a romper esquemas que transgredan los existentes. Que pongan en duda la existencia y el entorno. Cuestionar y dialogar es sano y debe tomarse como base para llegar a su camino. Yo les invito a abordar, por Internet, los grandes museos del mundo, que se pueden ver en alta definición, estudiar los clásicos e integrar todo su conocimiento con otros conocimientos y artes.

CN: ¿Planes a futuro para Galería Tataya?
GM: Muchos, ya los veremos en escena.

  [Crédito de la foto: Agustín Chong]