5.3.14

¡Vivir no me hace feliz!



 ¡Vivir no me hace feliz!

Contra la alegría de vivir, de Phillip Lopate (Nueva York, 1943), inaugura la colección Versus de Tumbona Ediciones, la cual intenta llenar el vacío de la llamada literatura de queja y además “se propone reivindicar las pequeñas discrepancias y las opiniones insalvables que sacan de quicio, describen nuestras manías y terminan por caracterizar nuestra personalidad”, explica la contratapa.

De pequeñas dimensiones, el ejemplar de Lopate es una joyita inspirada en los viejos carteles de box, como diciendo: Señoras y señores, en esta esquina, ¡el escritor! En esta otra, ¡el hedonismo! ¡Aplausos! Entonces, se oye la voz de una mujer anónima, suponemos que voluptuosa, quien comenta: con ustedes, traído de Norteamérica, ¡nuestro ensayista! Y sube al cuadrilátero Phillip Lopate, con un guante de box en la mano derecha y bocadillos de caviar en la izquierda.

Bordeando la narrativa, el ensayo (de unas cincuenta páginas) refiere varias anécdotas que llevaron al autor a cuestionar la vehemencia por el disfrute de la vida. Lopate describe sus encuentros con un marinero septuagenario de nombre Vartas, que tenía un barco, pintaba “felices liencitos”, bailaba con música de los Grateful Dead y estaba rodeado de tres Gracias bellísimas: “tres hermosas jóvenes con los hombros descubiertos que vestían pantaloncillos blancos de piyama, cada una de largos cabellos rubios que caían sobre un top azul cielo.” Imaginen el resto. No, eso no.

A continuación, el buen Phillip analiza los resortes sociales del convite y su experiencia como un participante de ellos, ya que “aunque a la manera de un modélico socialista soviético me horrorizo en el cine al contemplar escenas de capitalistas prerrevolucionarios atascándose de caviar, me sumo sin chistar a estos últimos.” Al contrario de lo que podría pensarse, el tono del neoyorkino no es brutal ni histérico, sino simplemente el de un tipo claro de ideas desmenuzando lo que le disgusta o le parece incómodo. Sus dardos apuntan hacia la crítica del refinamiento excesivo en la mesa, la superficialidad de las conversaciones y la apariencia de bienestar a la que se ven sometidos los comensales. “La conversación en los convites es de un calibre mental entumecedor”, declara. “Ninguna discusión de un rigor que clarifique –sea política, espiritual, artística o financiera– puede ocurrir en un contexto donde cualquier convicción ferviente está mal vista, y el deseo de seguir el curso de una secuencia de ideas cede todo el tiempo al revoloteo despreocupado e impresionista entre un tema y otro.”

La parte reveladora viene cuando el autor vincula el joie de vivrismo con la depresión. Aquí Lopate relata el caso de un hombre divorciado y deprimido que aprovechaba la más mínima oportunidad para tratar de convencerlo de que era realmente feliz. “Cada vez que nos encontrábamos me decía que su vida se estaba poniendo mejor y mejor. Ahora podía correr distancias largas, retacaba su sistema de comida nutritiva, estaba más en forma a los cuarenta que a los veinticinco, conseguía citas, salía con tres mujeres diferentes, encontró un buen terapeuta y tenía ganas de rentar este verano un bungalow en un bosque mejor al del verano pasado… No sé si era su tono de voz cuando me decía todo aquello, sus hombros caídos u otra cosa, pero yo siempre tenía ganas de estallar en llanto.”  

Por último, el escritor recapitula sus conquistas en el terreno erótico, primero con su esposa, cuando era joven, y luego con muchas mujeres más, en una comunidad hippie. Hacer el amor, round final del ensayo, recompensa al público por la sinceridad y el entusiasmo, pero también por el realismo y el sentido común. ¿La alegría de vivir se halla en el placer que producen experiencias como el sexo? Lopate cree que sí. “El apetito carnal que sobreviene en tales momentos, y el placer que le sigue cuando por fin es satisfecho, me parece tan justo que siempre he pensado haber caído en un estado bendito de gracia. Que no pueda durar para siempre, que se trata de un truco de la mente y la sangre, son rumores que aparto de la vista.”

La verdad: este primer combate, breve y entretenido, se lee en un par de horas. Y para ser completamente francos, se disfruta mejor con una segunda vuelta, igual que el sexo.

–Christian Núñez

Contra la alegría de vivir
Phillip Lopate
Tumbona-CONACULTA-FONCA, colección Versus, 2008