23.11.14

siniestro_nuestro terror es doméstico


Tus cintas vintage podrían estar poseídas.
 
El terror en formato policiaco propone una incógnita a resolver; Scott Derrickson emplea esta fórmula con eficacia en Siniestro (2012), la historia de un escritor de non fiction que intenta esclarecer un crimen por cuenta propia. En esta ocasión, Derrickson escribe el guión a dos manos con C. Robert Cargill, homenajeando la estética de Super 8 mm en ciertas escenas perturbadoras muy bien logradas.

Ellison Oswalt (Ethan Hawke) se traslada con su mujer Tracy (Juliet Rylance) + sus 2 hijos Ashley (Clare Foley) y Trevor (Michael Hall D’Addario) a una casa recién adquirida, donde 9 meses antes una familia murió bajos circunstancias incomprensibles, colgada de un árbol. Oswalt encuentra en el ático una caja con cintas de 8mm que registran precisamente una serie de asesinatos rituales en los que aparece un rostro demoniaco. ¿Quién filmó estas películas, y por qué existe un lapso tan amplio de tiempo entre ellas? Tales interrogantes se introducen con habilidad narrativa y activan el mecanismo de la trama. Aquí lo que importa realmente es el cómo de las cosas, la secuencia de situaciones paranormales e indicios oblicuos que permitirán al escritor acceder a la resolución del conflicto, desplegando en su ruta un imaginario satánico verosímil. Además, destaca el hecho de que nadie sino él tiene que encontrar las respuestas. En este sentido, sin saberlo, resulta un cazador cazado.

A los 40 minutos del filme, nuestro demonio ya tiene nombre: se llama Mr. Boogie, y suele organizar reuniones mortales. La seguridad familiar, representada por la típica familia americana promedio, es amenazada por una antigua deidad babilónica, Bughuul, que se alimentaba de almas de niños para sobrevivir. En términos ideológicos, llama la atención hacia dónde se dirige el peligro y la manera en que el escritor se considera a sí mismo portador de la verdad y la justicia. Esto podría extrapolarse a cuestiones políticas, pues a la pregunta expresa de porqué investiga sobre contenidos tan macabros, Ellison responde: «La verdad es que me impulsa el sentido de la justicia. Me cortaría las manos antes de escribir por fama o fortuna.» Ahora bien, si consideramos que las ruinas de Babilonia se encuentran actualmente en Irak, ¿acaso no suena como una declaración de principios?



Al margen de cualquier interpretación forzada, es en el salto de lo policiaco a lo terrorífico donde Scott Derrickson demuestra su madurez dentro del género. El drama del escritor punto de lograr su mayor éxito de ventas a costa de poner en peligro a los suyos es en cierto modo la justificación perfecta para llevar las cosas al límite. Porque a Ellison realmente le interesa que sus pesquisas le devuelvan la fama. La justicia es sólo un valor añadido. Resuelta la incógnita del personaje siniestro, nos preguntamos ahora cuál será el desenlace y en qué medida lo que vemos corresponde a un plan elaborado previamente con astucia, una suerte de uroboros argumental engrasado a la perfección. Derrickson se frota las manos, de tal forma que mientras nosotros buscamos al asesino, éste nos da palmaditas en la espalda. Eso es lo más inquietante, que todo viene de adentro. Nuestro terror es doméstico, cercano y familiar. Infantil.

Los primeros cristianos creían que Bughuul vivía en las imágenes y que eran portales de entrada a su mundo. La antigua iglesia creía que él iba a poseer a quienes vieran las imágenes y a provocar que hicieran cosas horrendas, le explica un investigador al protagonista. El demonio pervierte a los niños, les roba sus almas, se las come, y nosotros leemos entre líneas que además podría ser iraquí. Una verdad tan simple que nos deja fríos.


Siniestro
Scott Derrickson
Summit Entertainment, 2012