17.1.15

una autopsia del deseo



Deseos es la segunda exposición colectiva organizada por Sergio González + Abby Méndez, a cargo del proyecto M18. En esta ocasión, 8 artistas emergentes presentaron propuestas de ilustración, fotografía y lettering: una eclosión de talento joven en la zona sureste de México.


Preludio

M18 [www.m18.mx] se perfila como uno de los sitios clave para entender el diseño y sus interrelaciones con otras disciplinas creativas. «Buscamos personas que hagan cosas diferentes», me explica Sergio González en medio de un mar de voces el día de la inauguración [10.01.2015]. «La idea original es promover a los artistas por medio de talleres, conferencias y eventos como la exposición Deseos. El producto básico de M18 son los talleres; organizamos de 3 a 4 mensualmente, y cada mes hay talleres diferentes. Todos están enfocados a desarrollar la creatividad, aunque varios tienen como base el diseño gráfico. En general, la cultura del diseño está creciendo en Mérida, y me parece que se está ejecutando bastante bien.»

La muestra reúne a 8 artistas que presentan su trabajo en pequeños formatos, partiendo de una premisa múltiple: los buenos deseos de año nuevo. Cada uno ha recorrido su propio imaginario para expresar en unas cuantas piezas este concepto. El método me hace recordar la forma de trabajo de las agencias publicitarias, donde el brainstorming y el peloteo de ideas son habituales. Sin embargo, estos chicos han tenido absoluta libertad durante la elaboración de su obra, con resultados elocuentes.


Los palacios y el yin-yang
La museografía está cuidada al mínimo detalle, y el espacio luce iluminado adecuadamente para que los elementos dispuestos se aprecien sin problema. Pero hay muchísimas personas. Docenas de ojos se concentran en distintos rincones de la casa (es un espacio de dimensiones domésticas), y uno puede arrojarse al murmullo ininterrumpido de las conversaciones. En ese bosque de palabras con vida propia encuentro la serie fotográfica de Pamela Monsreal, Palacios modernos.

«La arquitectura actual se ha olvidado de tener personalidad, es insípida—me explica. Muros blancos, piedra de Ticul, ciertos elementos que nos permiten ver que todas las viviendas son iguales. Son como las de Infonavit, pero en versión cara. Por otro lado, la mayoría de las casas que fotografío—pertenecientes a un estilo funcionalista, moderno, del siglo XX—se están destruyendo por la falta de conservación. Y esto es un llamado a tener conciencia de nuestro pasado.»

Pamela dice algo cierto. Una de las problemáticas más complejas en esta zona de país es la dicotomía tradición/ruptura. Los jóvenes, en sus actitudes neoconservadoras o sus intentos de abolir el status quo, forman parte de la misma dinámica, que también se manifiesta en las expresiones culturales. Mérida es un yin-yang.


Llorar menos
Sigo mi recorrido. Las tres acuarelas de Ana Paulina Farah—Claridad, Llorar menos y una Sin título con una pareja de niños gemelos—son sumamente expresivas, de intenciones minimalistas. «Me interesa transmitir cierta vulnerabilidad emocional y que sólo haya un elemento que llame la atención, sin otros accesorios. Yo crecí viendo animé, pero últimamente (y en estas piezas se refleja mucho) he revisado el trabajo de una ilustradora estadounidense llamada Eleanor Davis. Tiene dibujos muy sencillos con gouache, pero lo que más admiro de ella—aparte de su técnica preciosa—es que tiene una humanidad a veces inquietante. Además es una artista con problemas de depresión, y me gusta de idea de hacer algo que refleje exactamente lo que estaba sintiendo.» ¿Por qué elegir estos temas?, le pregunto. «Pues porque son emociones que están presentes. Yo creo que en vez de rechazarlas y clasificarlas automáticamente como malas, lo mejor que se puede hacer es aliviarlas a través de la ilustración.»

Luego, tras un silencio extraño, Paulina me explica: «Sin embargo no todo es triste en mi obra. Por ejemplo, esta pieza del niño y la niña con las manos entrelazadas es un tributo a la intimidad que puedes sentir con alguien. Estoy rodeada de gente que me quiere, tengo una buena vida, tengo buenos amigos, pero hay ciertos elementos que proceso así.»


Belleza quirúrgica
Mientras entrevisto a Fernanda Rodríguez, quedo maravillado por la limpieza conceptual y la fuerza de sus bordados figurativos. Eat well, Love y Think son piezas bien ejecutadas, con gran cuidado en la línea, de palpitante sobriedad. Me dice que estas son sus primeras obras, pues hace apenas seis meses que aprendió a bordar.

—Estaba estudiando diseño gráfico (soy de Aguascalientes), pero no me gustó mucho la carrera, entonces opté por salirme y trabajar independientemente y hacer mi proyecto. Hace apenas como dos años que empecé a vender lo que hago. Soy muy versátil, quiero aprender de todo un poquito, y creo que eso se va reflejando en mi obra. No tengo referencias, no te podría dar nombres, pero la mayoría de mis piezas salen de libros de todo tipo: me gusta leer de medicina, porque me gusta mucho la anatomía de las cosas, de mecánica, y hace como seis meses empecé a bordar, mandé mi propuesta aquí, y se me ocurrió que podía bordar algo así. Pero también tengo trabajos a tinta, en acuarela, y estaba empezando a hacer escultura, igual cerámica. No me quiero cerrar al hecho de estar sólo en mi zona de confort. Ahorita estoy experimentando con lo que pueda, y si el resultado me agrada, pues obviamente ya me pongo a hacerlo más profesionalmente. Pero fíjate que cuando alguien me dice que tengo que dibujar algo en base a una idea, a un concepto, me resulta difícil. La mayoría de mis ilustraciones nacen de la nada, te lo juro. Hace poquito fui a bucear, entonces para mí fue un mundo nuevo y salí inspirada pero los dibujos no tuvieron nada que ver con eso. Me inspira todo, pero le pongo mi estilo, por así decirlo. De hecho, fue muy gracioso, porque la pieza de los corazones [Love] la hice de camino para acá, en cuatro horas. Venía en el transporte, que se movía mucho, y yo estaba con un amigo diciéndole: No lo voy a terminar, pero entre más presionada estoy, siento que hago un mejor trabajo. El cerebro [Think] se me hace muy personal, porque fue el primero que hice. Quiero piezas limpias, pero que al momento de verlas presenten mil detalles. De hecho, la mayoría de mis series tienen que ver con las personas, el entorno y con los animales. Yo soy vegana y a veces me dicen que algunas de mis obras son violentas porque represento huesos, cráneos, animales muertos o algo así, pero creo que es lo contrario. Por ejemplo hace un tiempo dibujé el cráneo de un caballo, y me puse a leer un libro sobre los caballos, los músculos y todo eso, siento que si conoces más de dónde viene lo que dibujas, se refleja extraordinariamente en tu trabajo.


A successful cat
Por su parte, Carmen Ordoñez realizó algunas ilustraciones en acuarela/acrílico sobre fabriano con elementos tipográficos. Ha elegido tres animales (gato, pulpo y cocodrilo) para lanzarnos mensajes optimistas del tipo Be so good they can’t ignore you. «Son piezas coloridas dentro de la sencillez de una acuarela, que además pueden llamar la atención. Me gusta que el proceso sea orgánico, valoro las imperfecciones y los accidentes afortunados. No hay que tener miedo a experimentar. A veces en el afán de que algo quede perfecto y pulcro, te limitas mucho y no exploras otros caminos.» Le pregunto por los textos, evidentemente felices, y me contesta: «Los copys son literalmente mis deseos de año nuevo: quiero ser una mejor persona, aprender otras cosas, tener mucho éxito, como el gato. Por lo general me gusta integrar la tipografía a la imagen, que el lettering conviva con la ilustración.» En este caso, el equilibrio imagen/texto es evidente.


Postcards For Barbie
Flor de Abril (Chou) está sonriente mientras explica que prácticamente la idea de jugar con los patrones de formas [palomas, bocas sonrientes, rosas y botellas descorchadas] le llevó a concebir las 4 ilustraciones digitales de esta exposición: Amor, Deseos, Paz, prosperidad y Felicidad. Me comenta que al principio recurrió a una lluvia de ideas para delimitar cómo resolvería el concepto propuesto por M18. «De hecho, realicé una pequeña encuesta y estuve preguntándole a varias personas qué es un buen deseo para ti, y en base a las respuestas construí la representación gráfica.»

En el apartado fotográfico, Samantha Castrillón (Yuko San) entrega una serie que sorprende por su insolencia. Dolls retrata a un par de Barbies vivas perfectamente plastificadas en poses de fingida perfección. Por el tono irónico y kitsch, me trae a la mente un relato de A.M. Homes, Una muñeca de carne y hueso. Samantha es muy directa en su explicación: «Pensando como niña, ¿qué es lo que más deseas? Pues una Barbie. Y es un deseo tanto para personas pequeñas como para gente ya adulta. Barbie es un prototipo de perfección femenina: la chica talentosa, guapa, rubia, de ojos azules, etcétera. Desarrollé esta serie en el transcurso de una semana; tuve que trabajar mucho con las modelos para que comprendieran que sus movimientos tenían que ser muy tiesos, ¿no?, y lo lograron bastante bien. Realmente mi trabajo actual tiene que ver más con el arte digital—he colaborado con músicos de otros países para realizar las portadas de sus discos, por ejemplo—, pero en el caso de Dolls la experiencia de trabajar con modelos fue fantástica.»


Un respiro
La tarjeta de José Luis Acosta nos sugiere «Si la vida te da problemas, haz problemada», pero sus ilustraciones digitales, contrario a lo que podría creerse, no son irónicas sino más bien sintéticas y de minuciosa composición. El afamado, El intérprete y El autor forman una tríada muy compacta en la que todo está en su lugar. Se observa un juego iconográfico entre elementos de diseño que remiten a las redes sociales y la presencia de varios pájaros misteriosos. Se trata de un trabajo con una paradójica discreción fascinante, como el trino. Él me dice: «Soy diseñador web de día e ilustro de noche. Entre mis influencias están Mr. Cone—hace un trabajo con vectores que me interesa en particular— pero también me gusta mucho Tarantino, aunque suene medio farol o hipster. Ahorita me propuse el reto de hacer un dibujo de vectores todos los días, y la obra presentada tiene las mismas características gráficas. Este es como un escape a la rutina laboral, un respiro. Las tres piezas simbolizan deseos muy personales: El afamado se refiere al hecho de que más gente vea mi trabajo, que ha tenido buena respuesta en redes como Instagram. El intérprete habla sobre mi interés por la música y la intención de retomarla este año. Y El autor trata sobre el deseo de hacer más cosas, seguir produciendo.»


San Telmo
Enrique Escalante (aka Vagabond) recurre al lettering en un conjunto de trabajos a base de acuarela y grafito. Sus buenos deseos se revelan como ingeniosos copys a través de los cuales manifiesta un sentido del humor desenfadado. Una de las piezas, San Telmo, hace alusión al santo de Holbox—una isla paradisíaca a 6 ½ horas de Mérida— con la sincera petición: Ayúdame a lograr el sueño. Una segunda ilustración, Cerdito centavero, corresponde «al deseo de que económicamente me vaya bien ahora que acabo de salir de la escuela». Carnitas de mi corazón sirve de homenaje al noviazgo del artista, con el deseo de que las cosas continúen por el mismo camino. «Creo que sigo explorando todavía, porque a fin de cuentas nunca terminas de aprender. Sí está bien quedarte con un estilo, pero me gusta esta parte de experimentar con varios. El lettering es una oportunidad de relajación; lo hago en mi tiempo libre, sin que nadie me lo pida. Tomé un curso con Alan Guzmán, que es un maestro para eso. También me interesan propuestas como las de Estudio Yeye, aquí en México, y el arte surreal de Greg Simkins.»


Last movement
Mientras el recinto se llena de murmullos y entusiasmos, me deslizo suavemente hacia la calle, hacia el ruido fantasma de ciertos automóviles y ciertas piedras que me han esperado muchos años, como dijera Huidobro. Me voy pensando que Deseos abre nuevos mundos para entender la escena del diseño en esta región. M18 ha conseguido reunir un grupo de colaboradores intuitivos, que demuestran su oficio hábilmente. Un dream team que sabe hacer interdisciplina, cuya visión no parece haberse dañado aún. Pienso en ello mientras Bill Callahan me dice:

I had to leave the country
Though there was some nice folks there
Now I don't know where I'm going
All I know is I'll hit the ground running

Podría cantar, pero ya sería demasiado.


   Publicado originalmente en Origama [14.01.2015]