29.11.16

frank ocean_los chicos también lloran


 Frank Ocean es pura artesanía auditiva.
 

Después de 4 años de espera, Frank Ocean lanzó su segundo álbum de estudio. Blonde (2016), una producción limpia y bien trabajada, toma distancia de su trabajo anterior. Esta nueva entrega opera desde la emoción, crea atmósferas mucho más envolventes, juega con las estructuras líricas, amplia los coros y los hace flotar sobre arreglos serenos e introspectivos. En un esfuerzo que también las torna confusas, sus historias se narran desde varios puntos de vista. Tal vez no te haga moverte tanto como el Channel Orange, pero Blonde toca fibras más profundas. Te obliga a prestarle atención. Las melodías que construye Ocean son el mejor vehículo para sus letras cargadas de subjetividad. Si tuviéramos que ponerle un nominativo a este disco, sería el de Música para beber café mientras llueve más que la de Fiesta loca de sábado por la noche.

El estilo de Ocean refleja una tendencia low profile. Infancia, vida familiar y relaciones románticas forman parte del recorrido, pero sabemos que no le gusta estar bajo el reflector. Por ello, este año no pondrá a consideración su música en los Grammys. En una rara entrevista para el New York Times [15.11.2016], mencionaba que a partir del reencuentro con un amigo de la niñez decidió darle un giro a su producción y volverla más íntima. La idea era desmarcarse del álbum previo—el cual fue grabado en dos semanas y no le permitió bucear lo suficiente en honduras subjetivas. “La manera en la que experimentamos la memoria, a veces, no es lineal”, señalaba. 

Los cambios también fueron estratégicos. Recontrató a todo su equipo de trabajo y libró una batalla legal con Def Jam durante varios años para renegociar su contrato. La publicación de su placa abarcó tres formatos distintos. El primero, Endless, consiste en un álbum visual donde vemos a un Ocean performancero en blanco y negro construyendo escaleras que no llevan a ninguna parte. El segundo es el álbum musical Blonde, lanzado de manera independiente. Y el tercero, el fanzine/revista Boys Don’t Cry.
 
Como la vida, este material tampoco es perfecto. No todas las canciones son inmaculadas obras de arte. Por lo que me limitaré a profundizar en las más relevantes. En Nikes, el sonido de unos sintetizadores nos abren las puertas a una atmósfera en repetición y un beat lento e hipnótico que nos guía misteriosamente. Una voz aguda habla de una cultura hedonista obsesionada con la famosa marca de tenis deportivos. Lo único que quieres son Nikes / pero los originales / como tú / como yo. Pink + White es ideal para mecerse en una silla con los ojos cerrados; una canción redonda. Self Control evoluciona hacia un mantra épico y etéreo. Alrededor del minuto 2:50, vas a caminar alrededor de tu casa preguntándote ¿qué es esta brujería? En Godspeed, encontrarás un hermoso gospel contemporáneo. Nights incluye un coro súper nostálgico y pegajoso, ideal para ver pasar la ciudad por la ventana del autobús.

Blonde exige constantes revisiones. En sus mejores momentos, estamos frente a una artesanía auditiva. Melodías pegajosas que arden un poquito, semillas auditivas para una cosecha interior.


Blonde
Frank Ocean
Def Jam/Boys Don’t Cry, 2016