2.12.16

aidee de león_ser/materia

 
Bienvenidos al cambio perpetuo.


En la obra reciente de Aidee de León (Ciudad de México, 1979) se perciben componentes vivenciales, sensoriales y psicológicos que expresan una integración de lo abstracto y lo figurativo de forma simultánea. La artista plástica plantea un continuo fluir entre el mundo físico de las formas y las dimensiones de lo informe. Justo en el punto en el que convergen las ideas Sobre lo espiritual en el arte, de Kandinsky, las transparencias de Rothko y las elegías de Motherwell, el tsunami cromático cobra fuerza. Hay, asimismo, un replanteamiento de la estética japonesa—con guiños al pop de Murakami y la caligrafía clásica—que inyectan aire fresco y colorido a la serie. No es casual que los tonos rosa, naranja y amarillo denoten vitalidad y luz, o que el blanco & negro apunten hacia lo invisible ante nuestros ojos, a la materia oscura que sostiene el universo. Los polos opuestos se crean mutuamente. Ríen y lloran juntos. 
De manera sostenida, La transmutación de la materia rebasa el ámbito material y convierte los recursos pictóricos en reflexiones sobre el nacimiento, la vida y la muerte, la pérdida y el eterno retorno. Los acrílicos irradian la porción intangible que llevamos dentro y le dan sentido último a nuestra existencia. Encontraremos alusiones implícitas a Sara Sefchovich, quien analiza particularmente la vida de la mujer, y a Erich Fromm, que apunta hacia la expansión mediante lo emocional, intelectual y sensitivo. Del filósofo Schelling se captura la noción del ser visto como la voluntad que se contempla a sí misma en la libertad total. En cada referencia, De León establece un pacto de armonía con las fuentes que rigen su imaginario y con sus propios procesos creativos. Rompe la membrana del tiempo a través de la inmersión emocional en un largo viaje al presente. Renace una y otra vez. 
En este espacio de posibilidades infinitas, la creatividad fluye con virtuosismo y la intuición arroja radiantes ejecuciones. La pintura se ha vuelto autónoma: libre del objeto que describe, ágil y etérea, es impulsada por una energía interior. Hay una complicidad con el todo y la nada. Con las estrellas y el átomo. Nos atan al mundo vínculos infinitos. Como Aidee sospecha, el artista se mimetiza no solo con su trabajo, sino con la totalidad que representa dentro del cosmos. Crear y destruir, sufrir y gozar—dos lados de la misma moneda salvaje—dejan de ser enemigos cuando comprendemos su reciprocidad. “Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo. / Mi alimento es todas las cosas. / Soy el poeta”, escribía Borges en El cómplice. Así De León indaga en las grietas del ser, y nuestra materia interior vigila su origen, tan desconocido como fascinante, tan oscuro como real. Sean bienvenidos al cambio perpetuo.

La transmutación de la materia se exhibe actualmente y durante todo el mes de Diciembre en Lux Perpetua Art Centre.

  
en DUDUMDUSH.